Childish Fears

Lloviznaba, era tarde y no apetecía salir. María, recién instalada en la ciudad, había pasado el día atareada en su nuevo hogar, ordenando aún cajas del traslado y anhelando que Pedro, con quien habría empezado una relación meses atrás, volviera de trabajar de un domingo singular. La ilusión por abrazarle hacía que las horas del reloj no avanzaran y convertían la espera en una eternidad. La llamada causada por un «llego tarde» la animó para organizar una cena más elaborada que su idea inicial.

Recostada en el sofá, lo esperó con la tranquilidad de tener todo preparado. Percibió un ruido de llaves que procedían del rellano. Ese sonido característico le hizo sonreír y sospechar que Pedro estaba a punto de abrir la puerta. No dudó en acercarse al recibidor y segundos más tarde, los enamorados llenarían el vacío que habían sentido durante su jornada desapegados con una infinidad de besos y abrazos.

Gozaron de una cena entrañable, repleta de cariños y miradas de complicidad, valorando su día, hablando sobre sus planes de futuro en una conversación amena que hacían sentirse más unidos que nunca y a la vez, por fin hallados.

Pedro, aturdido tras su interminable día, se adentró en la cama, bostezando y aquejado de dolor de espalda. Ella, en aquel momento distraída tras recibir algunos mensajes al móvil, se percató del sufrimiento y quiso animarle mostrando con ilusión su proyecto pues al día siguiente, emprendería otro capítulo de su nueva vida, incorporándose a un nuevo trabajo, aunque supondría unos días de máximo esfuerzo por un curso de formación. En aquel momento, los dos se dieron cuenta que tendrían que hacer frente a una semana en soledad. María, compadeció del lamento y de la agotadora jornada que Pedro había tenido para ofrecerle que al día siguiente se quedara descansado y no le acompañara al lugar de trabajo.

Y fue exactamente a las 23:43, cuando estalló la gran burbuja de felicidad que desencadenó en la peor de las pesadillas. Acurrucados en la cama, la tensión de Pedro se fue acumulando con tanta intensidad que sus palabras crecieron de un modo poco conveniente. Quizás por sospechas infundadas en su mente y a modo de monólogo reiterativo, ya que no aceptaba ninguna respuesta por válida, la interrogó agresivamente:

  • ¿Qué ocurre? ¿Es que no entiendes que quiero acompañarte porque estar contigo es lo que más feliz me hace? Después del día que he tenido hoy ¿así me lo pagas? ¿Por qué lo complicas? ¿Es que no sabes estar bien? Tienes ganas de liarla, ¿no?

María, inmóvil, quedó exhausta ante tales acusaciones. De repente, la fortaleza construida desde el amor se habría quebrado ladrillo a ladrillo. Todas sus ilusiones quedaron confundidas ante unas expectativas que habrían existido solo en su imaginación y ahora se enfrentaba a una incomprensible realidad. ¿Qué había ocurrido con aquella paz que le hacía sentir? Dispuesta a calmarlo y al verlo sufrir sin motivos aparentes, quiso arrebatarle aquellos malos pensamientos, aunque delante del intento frustrado, solo obtuvo más reacción. Toda esa situación se volvió en contra de cualquier acción para consensuar una conversación. Sus palabras eran silenciadas, juzgadas y lo que era peor, eran tomadas como armas que usaría para girar la situación y proyectar sus frustraciones y hacerla responsable.

¿Cómo intentar convencer a alguien que solo ve su propia realidad, que puede estar equivocado y que existen otras perspectivas más positivas? Solo Pedro, al cabo de un tiempo, tomaba aliento y pudo relajarse aunque lejos de tomar conciencia de su ataque de ira. ¿Pero qué ocurriría con ella? ¿Qué de verdad o que escondían las palabras de Pedro? María se hizo estas preguntas una y otra vez para tratar de dar un sentido común entrando en estado de ansiedad, ya que se contaminó de su negatividad y hasta dudaba de sí misma. Empezó un bucle enfermizo de culpabilidad.

Aquella larga noche, los dos enamorados se desvelaron dejándose descubrir quiénes eran en realidad, puesto que no se conoce del todo a una persona hasta que se conoce el mal. Supuso el inicio hacia un fin, o más bien, un sinfín de trampas y pruebas para desenmascarar el nivel de compromiso, de fidelidad y en busca del por qué a todo.

María, con el tiempo, empezó a sentirse poco valorada ya que cualquier movimiento, gesto o palabra que no concordara con lo que pensaba o demandaba Pedro, era interpretado como una señal o una demostración poco afectiva y por ello era criticada cruelmente. Pedro, contrariado por el amor que sentía, le dominaba la inseguridad de perderla y esto le implicaba controlar cada aspecto de su vida, pese a que significara invadir su espacio íntimo y ella, tendría que justificar cada uno de sus pasos. Veía amenazas en el entorno y aunque de palabra se mostrara comprensible (le gustaba que ella fuera independiente) a la hora de la verdad se revelaban desdichas. María ya no sentía placer ni interés por realizar actividad alguna fuera de la relación, tampoco le venía mal, seguía enamorada, pero no sabía cómo comportarse ni qué decir para evitar cualquier tipo de desavenencia, tanto, si hacía porque hacía, como si no hacía porque no hacía. Ella también sentía miedo a perderlo y desconfiaba de las reacciones desmedidas. Y lo peor de todo… estaba dejando de ser ella. ¿Dejar de ser ella por él? ¿Qué sentido tiene dejar de ser uno mismo por otra persona?

Pedro, por su parte, veía como sus sospechas de abandono o desinterés podían ser evidentes. La actitud de María se mostraba cada vez más pasiva y poco tolerante a las discusiones. Estaba desmotivada y no solo nunca aportaba una solución a los conflictos, sino que se sumaba a ellos. Pedro dejó de sentirse especial y único.

Ninguno de los dos se consideraba libre. Cayeron prisioneros de sus propios temores.

Ángel (oh, ¡demonios!)

María, en un primer intento de abrir los ojos tras el haz de luz que cegaba desde su ventada, despertó entusiasmada y motivos le sobraban. Emprendía su primer día de jornada laboral en un nuevo puesto de trabajo después de haber sido seleccionada entre una lista de más de 500 candidatos y superar los diferentes procesos de selección. Conseguir un empleo en Amazon no fue tarea fácil teniendo en cuenta los tiempos que corrían y lo único accesible, aunque su formación fuera superior.

Orgullosa y con una sonrisa de oreja a oreja, entró por la puerta para ser recibida con agrado de los que serían sus compañeros de esta gran aventura, sin embargo, su ambiente real sería fuera de aquel gran almacén. Algo tímida, se mostró carismática y de buen trato y dispuesta a aprender. La persona que sería su jefa, brevemente le dio cuatro instrucciones básicas para empezar su labor de clasificación y la posterior entrega. 

De repente, se vio envuelta entre objetos, aparatos, correas, cajas, con el tiempo muy ajustado para poner orden y salir a la calle con un triste mapa de su unidad de reparto. Ángel, un compañero joven que trabajaba frente a ella, percató el caos originado y se ofreció a prestarle ayuda. Ella, agradecida, accedió. Así que con un par de minutos largos y aprovechando la media hora de almuerzo sacrificada, Ángel organizó uno por uno los paquetes que tenía asignados con el recorrido idóneo para que tan solo tuviera que fijarse en la dirección del siguiente. María, con algo de estrés al ver tanta carga, miró con entusiasmo a los ojos de aquel muchacho también sonriente, observó la placa de empresa y tan solo pudo decir: «Gracias, Ángel«.

Su recorrido de entrega fue fácil. Tal como le había indicado, cada paquete le dirigía al próximo destino y, de esta manera, conoció las calles de la ciudad.

Al día siguiente, durante la primera hora de clasificación, pudieron retomar el contacto con más conversación. Casualidades de la vida, los dos sentían la misma pasión por el cine y en mejores tiempos, se habían dedicado profesionalmente. Mantenían muchos contactos en común y no entendían cómo no hubieran coincidido antes y sin embrago, sí que lo hicieran en aquel lugar.

Los minutos se convirtieron en segundos para seguir hablando y intercambiaron el número de teléfono. A partir de entonces, le recomendaría cada día una película de cine clásico que ella tanto desconocía y que a la mañana siguiente serviría para volver a enlazar diálogos que desconectaban de la monotonía de aquella fábrica de envíos. Y poco a poco fueron nutriendo una amistad fruto de estos pequeños detalles.

Llegó un viernes, y no uno cualquiera, en el que Ángel le propuso ir a comer a su casa después del trabajo y poderle mostrar el currículum audiovisual para que lo valorara. Le pareció tan buena idea que no dudó un instante, le pidió su dirección y concretarían la hora más adelante cuando ambos terminaran.

Al acabar la jornada laboral y después de intercambiar algunos mensajes, María se presentó en la puerta de Ángel con una botella de vino para compartir, pues estaba cohibida ya que apenas hacía un par de semanas que se conocían. El vino le ayudaría a desinhibir tal sensación. Ángel escuchó el timbre y intuyendo su presencia, preguntó: «¿sí?¿quién es?» y María: «Buenas tardes el señor Ángel Casanovas?, traigo un paquete para usted.«. Al abrir la puerta, la invitó a entrar amablemente en un piso que por su apariencia era un hogar familiar y acogedor. El aún convivía con su padre. Le era cómodo y tampoco se molestaban si alguno de los dos tenía planes.

Pasaron la comida como ambos querían disfrutar, frente al televisor y visualizando a la vez las películas realizadas por Ángel que cautivaron el entusiasmo de María. En un abrir y cerrar de ojos, la botella de vino se vació… tras ella, tan solo bastó un beso inocente para desenmascarar la más desatada de las pasiones. 

Entre besos y caricias recorrieron el pasillo hacia la habitación dejando rastro de sus ropas y zapatos que volaron. Sus cuerpos, cada vez con menos obstáculos, se encontraban más entrelazados. Siguiendo con el alma encendida del momento, se lanzaron en la cama para descubrir la brasa que ardía cuando se tocaron la parte más íntima de su ser. María, derretida en un río de lujuria provocó que Ángel desesperara por la fantasía generada, y unos “frames” más tarde, hicieron realidad su ansia al fundirse en una sola piel.

No fue casualidad que los dos amantes congeniaran y se fijaran el uno en el otro. Aquello tenía que ocurrir porque una fuerza mayor a ellos ejercía su poder de atracción des del momento en que se cruzaron sus miradas por primera vez.

Tras aquella velada especial, se volvieron inseparables, tan inseparables que les era imposible resistir la tentación carnal frente a sus obligaciones. Bastaba con sentir la presencia de cada uno para notar un subidón de lívido que se generaba desde las entrañas hasta recorrer el cuerpo entero y sucumbir al deseo. Aprovechaban cualquier momento de descanso para dedicarse unos mimos a escondidas del mundo…y fueron mucho más lejos. Mensajes, notitas en el buzón, y como ella tenía soltura al repartir, el tiempo que antes invertía en pensar y calcular dónde ir, lo aprovechó para reencontrarse en la intimidad con Ángel en su casa antes de finalizar el recorrido y volver a fichar con una cara sospechosamente deslumbrante. Aquello parecía crecer exponencialmente. Sí, se enamoraron.

Como todo en la vida, siempre hay un pero. Ese pero tenía nombre y apellidos.

Ella hacía varios años que se encontraba estancada en una relación sentimental. Parecía que aquel angelito le había aportado la luz que de nuevo le hacía brillar. Llegó, inevitablemente, el momento de decidir qué hacer.

Tan solo puedo contar que después de largas épocas de desconexión y de reencuentros, aquellos amantes quedarían atrapados perpetuamente en el recuerdo de la que fue, una experiencia irrepetible.

Première

Abel, el chico rebelde, quinceañero y avanzado para su edad, llegó al barrio de la urbe con su madre, Ana, para llevar una vida humilde. Recién separada del padre de su hijo cuyas adicciones insanas habían perturbado completamente la relación, había alquilado el piso más barato de la zona. Lograba llegar justo a fin de mes con trabajos poco remunerados y dejándose la piel en horas extras. Abel, solo, tendría que hacerse cargo de las tareas diarias.

Como era verano y el calor era insoportable, iba a pasar el tiempo en la calle. Pronto se uniría a un grupo de su misma edad que se reunía por las tardes en unas escalerillas de la misma calle en la que vivía. Su carisma hizo que congeniara a la primera y su porte granuja, ganaba la simpatía de cualquier chica.

María, dos años de edad menor que el, había vuelto de unas vacaciones que había pasado con su familia en la montaña y pasaría aquella tarde con la gente del barrio intercambiando anécdotas. Fue cuando le vio aparecer que sintió por primera vez un cosquilleo en la barriga inexplicable y se quedó embobada cuando le escuchó hablar. Aquella tarde suplicaba para que las horas no pasaran porque cuanto más tiempo estaba junto a aquel chico de ojos verdes, más ganas tenía de saber de él.

Desgraciadamente la noche asomó y se vio con la obligación de volver a casa, dejando a la pandilla que se iba a quedar hasta medianoche compartiendo sus hazañas. Enfurecida pero con una nueva sensación irreconocible, entró en su hogar con la intención de negociar con sus padres para que fueran más flexibles con el horario. Sentía unas ganas irremediables de volver.

Al día siguiente, pondría en juego toda una serie de entramadas para conseguir su propósito: Sacaría a su perro después de cenar, “iría a saludar» a sus abuelos que vivían cerca… Pero no era suficiente, cualquier momento con Abel se le hacía corto.

Por suerte tenía un aliado. Manu, vecino de toda la vida, con el que desde parvularios habían compartido escuela, tardes, fines de semana y que era considerado como un hermano para ella y para la familia. A su vez, el y Abel se habían convertido en mejores amigos. Pronto, los encuentros también serían en casa de Abel, los tres.

Y allí dio sus primeros pasos hacia la adolescencia. Los juegos ya no se limitaban a videojuegos. Descubriría sus primeras experiencias posiblemente algo prematuras…

Al padre de Abel, rehabilitado y con la vida rehecha, le daba vergüenza que su nueva pareja supiera que adquiría películas porno por correspondencia y hacía llegar los pedidos a casa de Abel. Abel, también a escondidas de su madre, ocultaba las cintas debajo del cajón de su cama para que días después se las pudiera entregar. Claro que estas cintas, pasaban antes un filtro. El filtro de tres muchachos curiosos.

En uno de esos días, Abel bromeó con poner alguna película. Manu y María decían, no tendrás valor. Así que sin vacilar, cerró las persianas y a oscuras puso la cinta. Al ver la primera escena, María sintió algo de repulsión. Sin embargo, a medida que se destapaba de su ignorancia, su cuerpo empezó a transformarse: Enrojecimiento, sudoración, risa nerviosa y muy mojada, tan mojada que creyó haberse meado encima. Parejas y tríos penetrarían en la mente inocente de María. Abel se dio cuenta de las sensaciones que estaba experimentando y le apresó la mano llevándosela al chándal para hacerle sentir lo excitado que también estaba. Manu se levantó y decidió irse, dejándolos con el clima acalorado.

Por fin llegaría el momento que ella deseaba. Sin necesidad de dar el primer paso, él le robó el beso que iniciaría hacia su primera experiencia sexual. Con la tele a todo volumen, escuchando los jadeos, dándose caricias y besos, con solo el roce, de golpe María se tensó para liberar una descarga de energía que tenía acumulada y que la dejó en el limbo, sintiendo un relax inconcebible antes y empapando aquellos pantaloncitos cortos.

Dicen que siempre hay una primera vez para todo, y así se fue un atardecer del 96.

Virus viral – Dia 6: Final Cut

Vàrem començar com una película d’amor pur i infinit, retratant-nos com al Diario de Noa, encara que el romantisicime se’ns va limitar a tractar d’escoltar el teu cor robat com la joia més preciada a Lupin i el meu que «palpita como una patata frita«.

Amb el paradigma que ens envoltava, mil i una estratègies per poder-nos veure com una partida d’escacs a Gambito de Dama. Vem compartir les nostres filosofies existencialistes amb Devs i donar una possible armonía a les nostres casualitats com petites senyals amb Interstellar. El món deriva cada vegada més cap a un futur imaginari on conviure la vida humana amb els synth a Humans, a la vegada que controlem les nostres vides amb píldores màgiques i una certa nostàlgia al passat de Brave New World, o en un món infinit de possibilitats transmèdia a Upload i es retrobin les nostres ànimes (Soul).

Bohemian Rhapsody ens va donar l’oportunitat de posar banda sonora tot i que Peaky Blinders sempre em sonarà com el teu to de trucada.

Mil i un moments de riures basats en l’humor absurd dels informàtics i ejehm….una mica del teu caràcter a lo After life, sí, eh?

Inclús hem jugat a banquers i algún dia donarà els seus fruits, com a Industry. I també hem tingut les 30 monedas, de fet, creu-me que ho teníem tot! Junts hem lluitat contra els nostes dimonis i vam crear un llaç emocional que malgrat que ens unia com res del que haguem experimentat abans, posant-nos Sentimentals també ens ha separat entrant en Colapso.

Vàrem viure un amor adolescent, del que troves a l’institut i del que et sents capaç de resoldre qualsevol entrebanc i misteri a l’estil Riverdale (per no parlar de les remullades del Get Shorty ♦♦♦), però no m’equivoco al confesar que la nostra història es història passional a l’estil narratiu dels Bridgerton


Empezamos como una película de amor puro e infinito, retratando cómo el Diario de Noa , aunque el romantisicimo nos limitó a tratar de escuchar tu corazón robado como la joya más preciada en Lupin y el mío que «palpita como una patata frita«.

Con el paradigma que nos rodeaba, mil y una estrategias para podernos ver como una partida de ajedrez en Gambito de Dama. Compartimos nuestras filosofías existencialistas con Devs y dar una posible armonía en nuestras casualidades como pequeñas señales en Interstellar . El mundo deriva cada vez más hacia un futuro imaginario donde convivir la vida humana con los synth en Humans , a la vez que controlamos nuestras vidas con píldoras mágicas y una cierta nostalgia al pasado de Brave New World, o en un mundo infinito de posibilidades transmedia en Upload y se reencuentren nuestras almas (Soul).

Bohemian Rhapsody nos dio la oportunidad de poner banda sonora aunque Peaky Blinders siempre me sonará como tu tono de llamada. 

Mil y un momentos de risas basados en el humor absurdo de los informáticos y ejehm … .una poco de tu carácter After life , sí, eh?

Incluso hemos jugado a banqueros y algún día dará sus frutos, como Industry . Y también hemos tenido las 30 monedas, de hecho, ¡créeme que lo teníamos todo! Juntos hemos luchado contra los nuestro demonios y creamos un lazo emocional que a pesar de que nos unía como nada de lo que hayamos experimentado antes, poniéndonos Sentimentales, también nos ha separado entrando en Colapso .

Vivimos un amor adolescente, del que encuentras en el instituto y de lo que te sientes capaz de resolver cualquier tropiezo y misterio al estilo Riverdale (por no hablar de las remojadas de Get Shorty ♦♦♦), pero no me equivoco al confesar que nuestra historia es historia pasional como una narración en los Bridgerton . 

Virus Viral – Dia 5: Estimar en temps de Covid

Dia 5 per posar un dia correlatiu seguint el relat… va ser el 2 d’abril quan els nostres camins es van creuar, per fi (bueeeno, va, el 4 oficialment).

Ens vam conèixer fa 6 anys en una festa multitudinària que vas organitzar en motiu del 10è aniversari del fòrum. Jo era la fotògrafa i d’entre la multitud, era inevitable que mantinguéssim el contacte passada la fita. Recordo la gent feliç, rient, ballant, entregada a reunir-se amb aquelles persones que havien format part d’un esdeveniment històric per a la ciutat de Barcelona. Tu et vas fixar en mi. Jo, capficada en una relació tòxica, no.

Amb el pas del temps, els nostres missatges es limitaven a contestar els stories del whatsapp, fent guinyo a frases, fites i bromes que ens cridaven l’atenció.

El 2 d’abril vas publicar una fotografia celebrant el teu aniversari, bufant una vela i fent de les teves ganyotes. Vaig voler apropar-me a tu i missatge rera missatge, innocentment, la conversa va pujar de to ◊◊. (Algú ho havia de dir).

Suposo que tots dos teníem la necessitat de sentir una nova il·lusió davant la pandèmia i la situació actual, l’atracció de la novetat, una nova conquista, un nou repte… una motivació per continuar endavant.

Cada dia que passava ens atrapàvem més i més, descobrint lo semblants i afins que som, mostrant complicitat i experiències viscudes afortunada i malauradament massa coincidents.

Primer van ser els missatges, després les trucades i vam donar el gran pas a les videoconferències… Malgrat que res ens compensa la falta del contacte físic.

No és gens fàcil de gestionar i ho saps. Jo, cada 7 dies estressada d’enfrontar-me en primera línia al covid19. Tu, dies i dies tancat sota quatre parets que et multiplicaven els sentiments, tant bons com dolents. Fent ús del meu ingeni i amistats, vaig engegar la maquinària per fer-te proper. Vaig similar el virus com una guerra i tu com el presoner. Recordant aquelles batalles que els meus avis explicaven de la guerra, vaig voler reviure part de la història dels meus avantpassats: Durant la Guerra Civil Espanyola, la meva àvia, l’Àngela Carbonell Duch, en plena adolescència es va enamorar d’un presoner al que visitava quan podia per donar-li a través de les reixes, un tros de pa.

I així és com he alimentat la nostra relació, sense voler rebre res a canvi. Per mi, és excitant estimar la persona que m’estimo.

Mira si em vas atrapar que al tercer dia de converses vaig contactar amb una peça clau per fer-te arribar aquesta mica d’esperança. Jo sortia de treballar i anant a l’estudi a desinfectar-me i descansar abans de tornar cap a Barcelona, vaig contactar amb «el cartero» per demanar-li un favor: De camí de tornada cap a casa meva li deixaria un sobre a la seva bústia per que al dia següent passés a deixar-te’l. Només tenies una pista, era el títol d’una pel·lícula i encara no sabies quina. «Compinxada» amb ell, m’avisaria quan fes l’entrega per donar-te la segona pista, el títol: El cartero siempre llama dos veces… i cada setmana has anat rebent notetes per via postal que notificaven la meva espera. Celebrar un dia dels enamorats catalans gràcies a les iniciatives, l’ha fet únic e irrepetible. No tenia pa per donar-te, però sabia que les meves paraules servirien per omplir-te el buit que a vegades sents.

Pas a pas, hem anat construint e ideant un futur junts. Tan sols caldria superar les meves barreres psicològiques que m’impedeixen arribar físicament cap a tu: Com ho faig per no contagiar-te si fos asimptomàtica? Que pensarien els companys de pis si em saltés el confinament i la «unitat familiar» que havíem creat? O els companys de feina que porten més d’un mes sense veure els seus fills? Com supero els meus estigmes i els atacs d’ansietat davant el paradigma sense fer-te’ls viure?

Jo, durant la setmana de teletreball, restaria 6 dies a l’espera de possibles símptomes de pujada del virus i en cas contrari, aniria a passar el cap de setmana abans de la setmana presencial. Preguntaria als companys per respectar la seva visió i, el més complicat de tot, superar l’ansietat.

Aquí és on el destí també ens ha jugat un paper important: Vaig anar a treballar dues setmanes seguides, el virus encara està latent com per arriscar-nos i jo, degut a la por, continuu per les nits amb taquicàrdies que arrossego durant la meva jornada laboral. Només hi havia un motiu existent per tirar endavant, la teva essència. Per què encara que quilòmetres ens separen, et sento proper en cada videoconferència, en cada somriure que m’ofereixes o en cada xerrada que tenim.

Gràcies per voler acompanyar-me en aquesta aventura que a més de ser única, li diem VIDA.

#Pensoentu #Ensensortirem

Virus Viral – Día 3 y 4: Gestión del caos

Las medidas llegaron tarde, los incrédulos se amontonaron en masa en el super ante lo que su imaginación les pudo hacer creer y su instinto de supervivencia para no morir de hambre, es lo que quizás hoy les matará o seguramente a alguien que tengan cercano. Son solo algunas de las críticas más pronunciadas y me da que pensar… ¿realmente la pandemia era inevitable?¿Podemos hacer algo para solucionarlo? Esta vez trataré de explicarme siguiendo la teoría de los seis grados de separación.

Según esta teoría, el mundo es un lugar pequeño en el que de una persona a otra tan solo nos separan 5 individuos de conexión de modo que todos quedamos relacionados entre sí (el mundo entero!). Las nuevas tecnologías han acotado distancias y su número se reduciría a más o menos 3 personas. Esto se debe a las conexiones exponenciales que existen de una persona a otra (igual que la cadena de favores).

Y así parece haberlo hecho el virus, dejándonos a todos con la evidencia de que esta teoría funciona y de verdad.

Desconozco cual ha sido el orígen pero comparándolo en términos actuales, para mí es el mayor producto Transmedia jamás creado que forma parte de la historia de nuestras vidas y las venideras, generando una revolución, cambiando por completo nuestras vidas. Pero no solo las de mi vecino, compañera, el niño que toca el piano en el balcón, el perro que mira a través de su ventada, no. Porque virus no entiende de edad, sexo, procedencia, creencias, gustos ni colores… ¡Por primera vez este virus nos ha puesto de acuerdo a toda la humanidad!

Y mientras tratamos de luchar en su contra, de paliar sus efectos, de encontrar alguna solución heurística, desde aquí hago un llamamiento para el que me pueda leer y pueda ayudar, no se lo piense dos veces y actúe. No hablo de dinero, hablo de recursos materiales porque los que tenemos son escasos y en la odisea de recibir pacientes, tratarlos y/o resituarlos, nos suma la incapacidad de protegernos para poder seguir en esta lucha. Porque el virus también afecta a los que héroes que hoy habéis aplaudido.

Si bien los seis grados de separación funciona para nuestro enemigo común, sé que conocerás alguna empresa que haya cesado su actividad y de alguna manera disponga o no necesite por ahora de mascarillas, guantes, batas,… Hacedlo llegar a todos los hospitales!

Usemos ese mismo poder para ayudarnos conjuntamente. ❤️

Virus Viral – Día 2: Cadena de Favores

Desde hace aproximadamente año y medio, vivo en el barrio de Sant Martí en un pisito compartido con un chico, Andrew, y una chica argentina que va variando, Merce a día de hoy (y lo que me alegra que se encuentre ella en estos momentos). Los dos jóvenes, guapos y sin patologías previas., en algo coincidimos los tres jiji

Precisamente por el aprecio que les tengo, hace tiempo que voy con precauciones cada vez que aparezco. Durante mi semana de confinamiento y tras no mostrar ninguna sintomatología, fui poco a poco ampliando mi espacio vital tomando aire en el balcón, minisiestas en el sofá, charlar después de cenar, tv nocturna…solo había un hecho inevitable al que habría que hacer frente, la vuelta a la superexposición.

¿Qué diferenciaría mi situación a la de cualquier otro ser humano ante el panorama actual? Vendría a ser como jugar a la lotería y la probabilidad que me tocara, solo que parece que compré bastantes números… Pero y si ¿en vez de enfocarme en la posibilidad de contagiar, tuviera la oportunidad de reducir contagios?

Aquí empieza la Cadena de Favores: Andrew va y viene cada día a su taller, sin cruzar apenas con alma en vida. Merce por su parte, teletrabaja en proyectos desde casa. El poco contacto humano que tienen y a distancia, podrían ser con el frutero (al que queremos mucho), dependienta del súper alemán o gente paseando sus mascotas varias…, éstas, a su vez, tendrán contacto con otros seres de alrededor y así succesiva y exponencialmente.

Soy consciente que el enemigo invisible puede venir conmigo de regalo y me sentiría devastada en caso de contagiarles, no sabemos cómo reaccionaría nuestro cuerpo en caso de ser positivos. Llego con guantes y máscara nuevos, ropa directa a la lavadora, objetos personales en el que llamamos el cuarto oscuro, limpieza, nueva ropa de pijama y a desinfectar durante el resto de mis horas aquí. Yo también anhelo el contacto humano, anhelo las tardes/noches acurrucadas viendo películas o riendo a tu lado, viajar, comer en un buen restaurante. Hoy ni mañana toca.

Si todos nos centráramos en tomar las medidas oportunas, estaríamos también protegiendo a la gente que nos rodea. #Quédateencasa #quedatacasa

 

 

 

Virus Viral – Día 1: El enemigo invisible

En una de mis lecturas random en la red, encontré un artículo basado en un estudio que aseguraba que el 15% del aire que se respira en el metro era… piel humana! (omg, así sin más, suena asquerosiyo sin duda).

Esta madrugada, tenía la esperanza de que dejara de llover para poder acercarme al hospital en moto, evitando algún tipo de transporte sin ventilación y no ha cabido posibilidad. La app del bus marcaba un horario imposible de cumplir y la lluvia no cesaba… así que con un poco de coraje y valor a los que llamaré mascarilla y guantes, me adentré al caldo de cultivo del mundo subterráneo.

La imagen mental que tenía de haber visto los vídeos de la semana anterior con el metro abarrotado ha sido muy lejos de la realidad que me he encontrado. Nos hemos respetado. Eso me ha dado algo de respiro (aunque empañara las gafas durante todo el trayecto) .

Una vez en el hospital y ya situada, desinfectando la zona, despejando papeles de la mesa, quitando cuadros, pósters, todo lo que fuera susceptible de no ser necesario pero sí potencialmente conductor del virus 🦠 he pasado una jornada bastante tranquila ya que no funcionamos normal, parte de la actividad está suspendida por que hay que exponer el mínimo número de pacientes a posibles contagios y se suman en soliraridad a la comprensión, aunque desborda la gestión del todo. Y mi jornada confinada en la soledad y a puerta cerrada, aislada en mi mundo (suerte del teléfono y los toques a la puerta) me ha hecho sentir que tenía la necesidad de volver a la rutina aunque paradójicamente fuera adentrándome en el ojo del huracán… ha sido también la manera de perderle el miedo más no el respeto a este «Enemigo invisible». Hay que ser prudente y hacer caso de las recomendaciones porque es muy agresivo y contagioso. Protégete y nos protegimos todos.

#Quédateencasa #joactuo #quedatacasa

Virus Viral – Día 0

Sunday bloody Sunday. Se cumplen todos los requisitos para un día de domingo: Mañana empieza la semana, parece que va a llover y nos encontramos todos en casa planificando, reflexionando, cocinando para los próximos días, preparando las mudas, un rato largo de sofá, un poco de música, gym, Netflix y/o programas banales de Tv. Pero no se trata de un domingo cualquiera…

Para muchos de nosotros este es nuestro 9 día de confinamiento debido a la situación excepcional que ha decretado el gobierno por el estado de alarma sanitaria del Coronavirus. Después de este período a uno le cuesta identificar en qué momento de la semana nos encontramos, con la única diferencia que, para mí, mañana empieza realmente el primer día frente a este virus que se ha vuelto «viral».

Podría lanzar mil y un reflexiones acerca del tema, pero ¿qué hay que no se haya dicho ya? Tengo la ligera impresión de que todo esto parece un gran delirio universal, si no fuera porque vivo en primera persona el alcance y agresividad que produce.

Casualmente, con el inicio de esta crisis y al igual que en la anterior en 2007, me encuentro trabajando en el sector sanitario (sin dejar de trabajar mi esencia creativa). Me gusta sentir que puedo ayudar a los demás ofreciendo mi dedicación.

El domingo anterior decidieron separar la plantilla por turnos, de modo que la mitad fue presencial esta semana y la siguiente iremos el resto y así sucesivamente hasta tener disponibles los medios requeridos de teletrabajo. Sí, estamos expuestos a la infección masiva que conlleva trabajar en un centro de salud y por ello, los días que nos separan sirven para poder actuar en el caso de mostrar signos de aparición del virus y tomar las medidas correspondientes. Estamos sin EPI’s, los pacientes graves crecen exponencialmente…

Esta semana de «respiro», aunque telemáticamente estuve in situ, me sirvió para poder valorar el paradigma con perspectiva y tranquilidad. Me es algo difícil codificar instintivamente los estatus emocionales a los que me ha sometido esta amenaza constante. Podría identificar fases del duelo, aunque estas se reduzcan a:

  • Negación: A veces he visto el problema como parte de una gran ilusión o algo que nos hacen querer creer.
  • Negociación: ¿Cuantas veces me he generado yo misma la duda de ir, no ir, decidir, no decidir…?
  • Aceptación: De un modo o otro se está reseteando el planeta y quizás  sirva para poner un poco de freno y pensar qué estamos haciendo mal. Entiendo que el virus es una forma de vida que también quiere sobrevivir y de ahí sus mutaciones para adecuarse al medio que lo mantiene latente y que es un reto más al que nos enfrentamos a diario para sobrevivir, como puede serlo el mero hecho de existir.

Desconozco que encontraré mañana en el hospital ni la aventura que me supondrá llegar, no se puede predecir el futuro. Puedo llevarme una idea con los datos que van llegando y quizás demasiados inputs para que realmente no me condicione, pero es el mismo miedo irracional que tendría a que me cayera un tiesto en la cabeza al salir de casa. Todos estamos expuestos a la muerte en todo momento simplemente por vivir.

Agradezco la oportunidad que se me da para continuar con mi empleo y decido que quiero hacerlo.

Hoy como cada día a las 20h, saldré para aplaudir la gran labor y esfuerzo que tod@s estáis llevando a cabo y para dar ánimos en especial a los compañer@s sanitarios en la distancia porque sé que para muchos de vosotros, el desgaste emocional empieza a ser evidente. Mañana os llega el relevo!

Eso sí, tu, #Quédatenecasa #Stayathome

Is this the real life? Is this just fantasy?
Caught in a landslide, no escape from reality
Open your eyes, look up to the skies and see
I’m just a poor boy, I need no sympathy
Because I’m easy come, easy go, little high, little low
Any way the wind blows doesn’t really matter to me, to me